
El Cardenal Juan Luis Cipriani destacó la figura del Gran Almirante Miguel Grau, un hombre íntegro y coherente que cuidó su fe católica y la unidad de su familia, convirtiéndolo en un testimonio y un ejemplo para todos los peruanos.
“Grau fue un hombre profesional a carta cabal, que puso en juego la vida por la integridad de su patria, que tuvo la grandeza de no masacrar al enemigo sino de respetarlo en su dignidad humana. Por eso, la grandeza de Grau trasciende al suceso puramente militar”, señaló.
“Tenemos que seguir las huellas de un peruano –agregó- que debe ser el número uno por su ejemplaridad y su permanencia en la historia; de quien, conforme se ha conocido más cosas de su vida, hemos conocido más rasgos de su integridad moral”.
Asimismo, mencionó que en nuestro país existen personas que con su labor y esfuerzo son héroes anónimos que tienen una grandeza de alma para anteponer las necesidades del prójimo a las suyas, para de este modo sacar adelante al país.
“Como Grau hay tantos peruanos y peruanas en todos los rincones que desde su pequeño esfuerzo, desde su responsabilidad personal, sabiendo cuidar a sus familias y sabiendo poner a Dios en su trabajo, hacen de este país un país grande”, finalizó.
Oficina de Comunicaciones y Prensa
Jr. Chancay 282. Cercado de Lima. Tlf.: 203-7736
prensa@arzobispadodelima.org
www.facebook.com/arzobispadodelima
www.twitter.com/arzlima
www.youtube.com/arzobispadodelima
Jr. Chancay 282. Cercado de Lima. Tlf.: 203-7736
prensa@arzobispadodelima.org
www.facebook.com/arzobispadodelima
www.twitter.com/arzlima
www.youtube.com/arzobispadodelima
RSS Feed
Twitter
"San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén."
"La vocación del cristiano es la santidad, en todo momento de la vida. En la primavera de la juventud, en la plenitud del verano de la edad madura, y después también en el otoño y en el invierno de la vejez, y por último, en la hora de la muerte." (Juan Pablo II

0 comentarios:
Publicar un comentario