ALLÍ donde hay un hospital dedicado al sida, lo mismo en África que enAsia o Iberoamérica, también en Europa, son monjas y curas católicoslos que están a pie de cama para atender a los enfermos.He recorrido en trabajo profesional más de cien países.En las leproserías de todo el mundo, en los asilos de ancianos terminales,en los hospitales para enfermos infecciosos,sólo se encuentra uno con misioneras y misioneros católicos.Esa es la escueta verdad.Nunca me he tropezado en esos lugares con un comunista militante,con uno de esos manifestantes que vociferan contra la Iglesia.Los misioneros y misioneras permanecen al margen de las pancartas y los sermones políticos.Derraman su amor sobre los leprosos, los sidosos,los desfavorecidos y desamparados.Aún más, todos los profesionales del periodismosabemos que cuando estalla una tragedia del tipo que sea en el tercer mundo,encontraremos información certera en la misionera o en misionero españoles,que ejercen su ministerio en los lugares más miserables.Nunca fallan, esa es la realidad.José Luis Rodríguez Zapatero, para dar una lección a la Iglesia Católica,ha decidido obsequiar a Africa con un millón de preservativospagados a través de los impuestos con los que sangra a los ciudadanos españoles.¿A cuántos militantes del PSOE, encabezados por Bibiana Aído,va a enviar para que se instalen durante diez añosen los hospitales especializados en sida,para que convivan con los enfermos,les atiendan, les den de comer, les limpien, les acompañen?.El Papa ha instalado en el Africa enfermaa muchos millares de monjas y curas,de misioneros y misioneras.Obras son amores.Esa es la diferencia entre los que vociferan y los que derraman cariño y atenciones.Conocí en enero de 1967,cuando carecía de la celebridad que adquirió posteriormente,a Teresa de Calcuta..Pasé un día con ella visitando sus hangares para enfermos terminales.Escuché con atención lo que me decía.Fue una lección de quién sabía mejor que nadieen qué consisten las tierras duras del hambre,el mundo de los desfavorecidos profundos.Supe que estaba hablando con una santa.Y así lo escribí.Pues bien, en el cuerno africano,en las ciudades estercoleros de Africa,en los pueblos escombreras de Asia,en las favelas brasileñas o en las villamiserias peruanas,trabajan para los más pobres, para los más desfavorecidos,millares y millares de teresitas de Calcuta.El Papa cree que la mejor forma de combatir el sida en Africaes la monogamia y la fidelidad.No ha tenido en cuenta lo estupendas que están las negritasy lo difícil que tiene que ser, ante el espectáculo de tanta belleza y atractivo,que los negros politeístas y polígamos practiquen la virtud de la monogamia.Pero ironías aparte, quienes combaten el sida en Africa,quienes atienden a los enfermos son las misioneras, los misioneros católicos.Escuché en una tertulia de radio a un simpático homosexual cebarse con el Papay despotricar contra la Iglesia.Se me ocurrió aclararle:«Dicen que el sida está especialmente extendido entre los homosexualesaunque afecte ya a los heterosexuales.Seguro que tú nunca te pondrás enfermo.Pero ten por seguro que, si así fuera,quien te atenderá con amor y dedicación en el hospitalserá una monja católica».Se quedó callado como una puta el simpático gayy los tertulianos se apresuraron a cambiar de tema.
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