26.9.13

¿Por qué permite Dios el Sufrimiento?


dolor
Estoy segura que muchas veces nos preguntamos el por qué permite Dios nuestro sufrimiento, en medio de las dificultades y pérdidas diarias; así como al hacernos conscientes de la pobreza, enfermedad o soledad que imperan en el mundo, la pregunta siempre es la misma: ¿Por qué, Dios?

Dios es amor. Su voluntad para con nosotros es buena, agradable y perfecta. Entonces, por qué este Dios que me ama más que todos los padres y las madres del mundo permite que yo sufra, que suframos? (Ver catecismo No. 164-165).
La mayoría de las cosas que nos causan dolor, enfermedad o sufrimiento no vienen de Dios; no son castigo de Dios. Provienen de la maldad, egoísmo y malas acciones de otras personas o de nosotros mismos (Ver catecismo No. 376). Dios nos da libre albedrío, es su regalo para nosotros, y quiere que le escojamos y le amemos por decisión propia, no por obligación. Aún así, Él puede obtener un bien a partir de un mal y transformar el caos humano en algo bueno. (Ver Catecismo No. 395). “Dios escribe derecho con renglones torcidos” (Santa Teresa).
Luego; pues está también el tipo de sufrimiento que no es causado por nadie, sino que parece generarse espontáneamente. Algunas veces Dios permite que suframos un momento en aras de un bien mayor. (Ver Catecismo No. 272). Amar la cruz puede acercarnos a Dios. El sufrimiento puede ser un instrumento para que purguemos y nos limpiemos de nuestros pecados e imperfecciones.
Pero el dolor no tiene ningún sentido si no obtenemos algo de él. Para que no sea en vano, es importante ofrecerlo al Señor (Ver catecismo 307). Como indicaba Juan Pablo II en su carta apostólica Salvifici Doloris; el sufrimiento tiene un sentido salvífico.
Si algo nos hace levantar la mirada hacia el cielo es la punzada seca del dolor” indica el sitio en línea, el sentido busca al hombre. Casi todos nosotros somos demasiado necios para crecer y aprender cosas sin dolor. Como en la reciente película de “The Story of Pi”; Talvez Dios nos está pidiendo que nos rindamos y clamemos vencidos en su ayuda: ¿Qué más quieres Tú de mí?
Dios da a cada quien la dosis de dolor que puede soportar. Dios no va a darte más de lo que puedas resistir. A veces pareciera que el sufrimiento es un requisito indispensable para llegar al cielo; pero no, no lo es. El amor sí. Y muchas veces, el amor es sufrimiento. Como rezamos en el Vía Crucis: “y todo empezó por un encuentro inopinado con la cruz”… el dolor puede facilitarnos el camino para llegar al cielo.
En la Biblia se cuenta la historia de Job y cómo el sufrimiento azotó su vida a pesar de que él no era un pecador. El mismo Jesús soportó el dolor y sufrimiento. Entonces, ¿quién soy yo para creer que a mí no va a alcanzarme el dolor?
El hombre procura siempre explicar el sentido del dolor y sufrimiento. Pero, no hay una respuesta exacta para ello. Como indicaba Benedicto XVI en su entrevista con la niña japonesa que lo interpelaba por la razón de las catástrofes naturales, familias destruidas y muerte (abril 2011). Ni siquiera el Santo Padre conoce la respuesta.
Juan Pablo II indicaba que el sufrimiento tiene un sentido sobrenatural, “porque se arraiga en el misterio divino de la redención”; y otro humano, porque en él, “el hombre se encuentra a sí mismo, su propia dignidad y su propia misión”.
El dolor es un misterio; y nosotros sólo tenemos la fe; después de todo “la alegría deriva del descubrimiento del sentido del sufrimiento”.

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