21.7.12

Ni Pontificia ni Católica pero todavía propiedad de la Iglesia


El vaticanista Andrés Beltramo se apuntó ayer un gran tanto al adelantar, en exclusiva mundial, la retirada de los títulos de Pontificia y Católica a la PCUP. Así que quiero, lo primero de todo, darle la enhorabuena a Andrés, cuya presencia entre nosotros es un lujo para InfoCatólica.

Una vez leída la carta del Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Bertone, al rector de la UP (ya sin C y sin U), queda claro que estamos ante un asunto que viene de mucho tiempo atrás y que la Iglesia ha tenido una paciencia cuasi infinita antes de tomar la determinación de retirar esos títulos.
El texto del cardenal Bertone está muy lejos del habitual tono diplomático de la Santa Sede. Sorprende encontrar frases como estas: “Debo comunicarle ahora la notable decepción con que esta Secretaria de Estado ha ido percibiendo la orientación que ese Rectorado daba a la problemática…“, “… llama particularmente la atención el modo de presentar en ella las indicaciones recibidas de la Santa Sede y el papel desempeñado por el Arzobispo de Lima. Esa interpretación ha sido causa de desinformación para la comunidad universitaria, para los fieles y los ciudadanos en general“.
A pesar de que los responsables de esta catástrofe para la universidad acusan al Cardenal Cipriani de todos los males habidos y por haber, el cardenal Bertone les recuerda que “…la situación irregular que viene atravesando la Universidad no es reciente y ha sido materia de seria preocupación de los tres últimos Arzobispos de Lima, no solamente del actual. La Universidad ha venido incumpliendo las disposiciones legales establecidas, que se ha advertido reiteradamente por escrito“.
El Secretario de Estado constata que el Rector y sus compinches “pretenden que la Iglesia renuncie a sus legítimos derechos al servicio de la educación católica” y advierte que dicha actitud “…no reconoce la legítima autonomía de que goza la Iglesia para organizar sus instituciones educativas, como es el caso de la PUCP, en total observancia de las leyes civiles vigentes en el País y del Acuerdo entre el Estado peruano y la Santa Sede“.
El cardenal Bertone entra luego en la cuestión patrimonial de la universidad -la famosa herencia de Riva Agüero-, que es la que posiblemente ha provocado el desenlace final. Ahí la cosa es clara. Son los tribunales peruanos los encargados de dictaminar quién tiene la razón, pero de momento todas las sentencias están siendo a favor de la archidiócesis de Lima. Nuevamente vemos que la Santa Sede no se anda por las ramas. Mientras que el rector puso como exigencia para un acuerdo final la solución del conflicto patrimonial, el cardenal Bertone afirma que “la primera exigencia, incondicional, que esa Universidad tiene que cumplir es la de ajustarse al Derecho y adecuar sus Estatutos a la legislación canónica“. O en otras palabras, aquí las exigencias las hace la Iglesia, no ustedes.
por si alguno cree que la Iglesia va a renunciar a la propiedad de esa universidad, el Secretario de Estado despeja todas las dudas: “A la luz de cuanto he escrito y después de tantos años de diálogo y tentativos para restablecer la legítima autonomía propia de una Universidad Católica, la Santa Sede se ve obligada a adoptar las necesarias medidas en relación con esa Universidad“.
Es decir, esto no ha acabado. La Universidad se queda sin el título de Católica y Pontificia, pero la Iglesia va a dar la batalla legal para recuperar el control de la misma. Y si eso provoca un conflicto diplomático con el Perú, como me temo que va a ocurrir, pues qué se le va a hacer. Aquí no estamos ante la duda entre conservar los barcos y la honra. O barcos y honra o nada.
Independientemente de lo que pase a partir de ahora y por encima de lo que puedan decidir los tribunales peruanos e internacionales -quizás haya que acudir a los mismos-, el mero sentido común dictamina que si una universidad quiere ser católica y pontificia, la Iglesia tiene mucho que decir sobre como ha de gobernarse. Es tan absurdo que los actualesirresponsables responsables de la universidad quieran pasarse por alto la C de Católica y la P Pontificia como que quisieran hacer lo mismo con la P del Perú. Y a nadie le entraría en la cabeza que la P de Pontificia fuera incompatible con la P del Perú, a menos que en ese país quieran que no existan universidades católicas y pontificias, lo cual sería un atentado contra la libertad religiosa, cosa poco compatible con la condición democrática de la nación.
Lo cierto es que algunos han querido echarle un pulso a la Iglesia, pensando que la Santa Sede se echaría para atrás con tal de evitar el escándalo de la retirada de los títulos y del enfrentamiento contra los sectores anticlericales de la sociedad peruana e incluso, probablemente, contra las autoridades gubernamentales. Ya es claro quién ha perdido ese pulso, al menos desde el punto de vista eclesial. Y si finalmente se pierde el pulso en los tribunales peruanos,habrá que empezar a crear una auténtica universidad católica en ese país. Si hace falta dinero, que lo pidan, que seguramente muchos fieles de todo el mundo estarán dispuestos a ayudar a la Iglesia en Lima para lograr ese objetivo. Eso sí, será necesario que se garantice que el profesorado de esa futura universidad sea de verdad católico. No tiene sentido entregar la formación de los universitarios en manos de gente que ha demostrado ser enemiga de la Iglesia.
Como última reflexión, que no menos importante, quiero apuntar al hecho de que las principales víctimas del conflicto son los actuales estudiantes de la universidad. Habrá quien diga que el prestigio del centro universitario es independiente de su condición católica y pontificia. A otro perro con ese hueso. El mero escándalo internacional ya creado, afecta, y no poco, a dicho prestigio. Yno es lo mismo tener el título de una universidad católica y pontificia que el de una universidad rebelde que está en manos de una panda de necios que la han llevado a un callejón sin salida.
Luis Fernando Pérez Bustamante

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