Feliciades a todas las mamás en su día (me incluyo), a las mamás que tienen muchos hijos, a las que tienen poquitos y a las que tienen un solo hijo, a todas deseamos todas las bendiciones de Dios para ella y su familia. Que su corazón sea ese altar donde Dios derrame sus gracias a sus hijos, ese corazón que no se cansa de amar, de cuidar y proteger, que día a día restiste las adversidades y alegra la casa con sus oraciones y su amor.
Felicidades a todas esas mamás que han hecho de su matrimonio una fortaleza donde papá y mamá mantienen la unidad y la paz en la fidelidad para darles a sus hijos la seguridad de que el amor es un motor que mueve al mundo, a la sociedad y a cada uno.
Felicidades a esas mamás que lo intentaron con todo su corazón y las circunstancias no les ayudaron pero han hecho que sus hijos vivan con amor y sin rencores.
Felicidades a todas aquellas que no alcanzaron a formar una familia pero que sus hijos han sido el gozo de su corazón y les han entregado toda su vida.
Y también un deseo de paz y reconciliación para aquellas que tomaron decisiones equivocadas y dejaron ir a ese hijo que venía, y quedó en su lugar el dolor y el remordimiento.
Felicidades a todas aquellas mujeres que sin llegar a ser madres, han guardado en su corazón amor maternal para todos los que lo han necesitado.
Para todas las madres que hoy celebran su día, un deseo muy grande de que María la Madre de Dios sea el modelo, el refugio, el consuelo y el amor que haga de cada corazón un altar que convierta en templo no solo la casa sino el mundo entero.
¡FELICIDADES MAMÁS: JÓVENES, MADURAS Y ANCIANAS, FELICIDADES ABUELITAS, BISABUELITAS Y TATARABUELITAS!
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"San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén."
"La vocación del cristiano es la santidad, en todo momento de la vida. En la primavera de la juventud, en la plenitud del verano de la edad madura, y después también en el otoño y en el invierno de la vejez, y por último, en la hora de la muerte." (Juan Pablo II

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