Radio Vaticana
(RV)- «¡Que el testimonio dado por las personas consagradas sea cada vez más significativo, en una sociedad fuertemente marcada por la secularización y la indiferencia religiosa, así como por una gran sed de espiritualidad!». Es el anhelo de Benedicto XVI, transmitido a los obispos de Francia, en un mensaje con motivo de la Asamblea Plenaria de la Conferencia episcopal francesa, reunida a los pies de la Virgen de Lourdes.
El mensaje pontificio, firmado por el Cardenal Secretario de Estado de Benedicto XVI y dirigido al Cardenal Arzobispo de Paris y Presidente de la Conferencia Episcopal gala, señala que el Papa encomienda a Nuestra Señora de Lourdes este momento tan importante para la Iglesia en Francia y comparte los principales puntos del programa de trabajo de esta reunión, de los que ha sido informado por los mismos obispos y que se centran en la necesidad de reimpulsar la vida espiritual en las diócesis.
Haciendo hincapié en que, «en el corazón de esta renovación, la vitalidad de la vida consagrada, en todas sus diferentes formas, ocupa un lugar especial», Benedicto XVI señala asimismo la importancia de la participación en la Eucaristía, como necesidad indispensable para el dinamismo de la vida cristiana.
Y deseando que «la preparación del Año de la Fe, que el Santo Padre acaba de promulgar, sea también una nueva oportunidad para encontrar los medios adecuados con el fin de celebrar en sus diócesis, de manera digna y fecunda, la Eucaristía, permitiendo también a los que creen en Jesucristo, poder revigorizar su adhesión al Evangelio y su testimonio de vida cristiana, el mensaje de Benedicto XVI a los obispos de Francia, reunidos cerca de la Gruta de Massabielle, termina con sus mejores deseos y su Bendición Apostólica.
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"San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén."
"La vocación del cristiano es la santidad, en todo momento de la vida. En la primavera de la juventud, en la plenitud del verano de la edad madura, y después también en el otoño y en el invierno de la vejez, y por último, en la hora de la muerte." (Juan Pablo II

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