![]() Mi nombre completo es Miguel Ángel Martínez Matos y nací en España. Como la mayoría de la gente aquí me bautizaron en la Iglesia Católica cuando era un bebé. Ni que decir tiene que también hice la Comunión a los diez años. Incluso me apunté a la catequesis para recibir la Confirmación. Esta catequesis la dejé a los trece años, quizás como un signo de rebeldía, pero el caso es que acabé por dejar la misma Iglesia Católica. Con esto no quiero decir que no creyera en Dios, creía, sí, pero a mi manera y, de hecho, comencé a leer la Biblia, cosa que antes ni me lo planteé. Tiempo después me apunté de nuevo a la catequesis de Confirmación, la cual recibí a mis veinticuatro años, aunque ciertamente no estaba muy convencido, quizás más socialmente que otra cosa (aunque se está perdiendo cada vez más, por lo menos aquí en España). Entre septiembre y octubre de 1996 conocí a los misioneros de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (más conocidos como mormones) y estudié durante algo más de dos años las seis charlas con ellos. Si no avanzaba mucho con ellos era porque tenía preguntas que no terminaban de solucionarme (y realmente yo soy una persona que profundiza mucho en las cosas que le interesan) y un día que quedé con los misioneros para, supuestamente, recibir una charla, concretamente el siete de enero de 1999, habían llenado la piscina bautismal y me dijeron que estaba preparado para bautizarme (a mí ahora me sorprende porque quien conozca un poco los bautismos mormones invitan al mayor número posible de personas y, además, la persona que se bautiza pasa una entrevista con el obispo para ver si es digno o no del bautismo; y ahí estábamos solos los misioneros y yo y sin haber hecho la entrevista con el obispo). Es algo que realmente me marcó mucho, ya que yo he visto algún bautismo mormón y puedo decir que el mío fue muy raro, más bien completamente diferente a cuanto yo había visto. Yo les dije que me bautizaba con la condición de que me ayudaran a resolver las dudas (que se convirtieron en el archivo que hoy está en las descargas de esta web vacuna de fe), a lo cual asintieron. Curiosamente me sorprendieron porque los misioneros, cuando surge alguna pregunta que no pueden responder piden al que la realiza que se la haga al Padre, que el le responderá con el Espíritu Santo a través de los sentimientos del corazón (manera que no aparece en la Biblia, o, al menos, yo no la he encontrado). Después de mi bautismo y de recibir el Espíritu con la imposición de manos (que lo hacen al domingo siguiente del bautismo) los misioneros "desaparecieron". Con esto quiero decir que no hicieron nada por solucionar las preguntas, ni ellos, ni el obispo ni los miembros de mi capilla, nadie. Es más, me sorprendió mucho descubrir más de medio año después de mi bautismo que se dan seis charlas de bienvenida a los nuevos miembros (que descubrí en el Templo que existe en Madrid y que compré) que yo no recibí y que tampoco el Obispo me dio la bienvenida al barrio, como también descubrí que se hacía. Realmente todo esto me parecía muy raro y me llevó a investigar más la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tanto a luz de la Biblia como de sus Escrituras Canónicas (que con el tiempo se ha convertido en lo que van a leer a continuación). Yo asistía al culto los domingos, pero debido a semejante comportamiento conmigo pues he de decir que no hice muchos amigos dentro, lo cual debo agradecer porque no me sentí presionado de ninguna manera al dejar la Iglesia Mormona, pero sí que iba y sentía un vacío por dentro. No era lo que me habían prometido ni por asomo. Es más, pasado el tiempo normalmente el Obispo te nombra para que desarrolles una actividad dentro de la Iglesia, a mí no me nombraron para ninguna, imagínense cómo me sentía yo. Así estuve aproximadamente un año o año y medio, no sabía precisar más. Después decidí dejar la Iglesia y pasé a ser lo que los mormones llaman un miembro inactivo, esto es, un miembro de la Iglesia que deja de cumplir con los preceptos de la misma. Normalmente en las diferentes capillas mormonas hay personas que se dedican a visitar a los miembros inactivos para animarlos e intentar cubrir sus necesidades tanto físicas como espirituales. En mi caso no recibí la visita de ninguno de ellos. Yo, no obstante, seguía investigando las Escrituras, tanto la Biblia como las canónicas de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. Curiosamente según iba investigando me iba dando cuenta de que todo lo que aparecía en la Biblia como enseñanza contraria a los mormones lo enseña la Iglesia Católica. Al principio no podía creerlo, es más, me era tan evidente entonces que no comprendía por qué no lo vi antes. Tuve que seguir investigando la Biblia para darme cuenta de ello. Quiero que entiendan que yo no iba buscando tal o cual Iglesia, sólo quería exponer las creencias mormonas a la luz de la Biblia, pero según iba escribiendo e investigando aparecían detrás las enseñanzas católicas. Esto es lo que me llevó de vuelta a la Iglesia Católica, ni más ni menos: la investigación de la Biblia, la Palabra de Dios, cosa que no he dejado de hacer desde entonces. Ya de vuelta a la Iglesia Católica decidí hacer lo que los mormones aconsejan, que es escribir al Obispo (Gehrke, se llamaba) de mi barrio para que borrase mi nombre de los registros de la Iglesia en una carta en la que le explicaba los motivos que tenía. Finalmente recibí una carta de él (curiosamente no era una carta oficial porque no llevaba el membrete o sello oficial de la Iglesia, sino el de la empresa donde trabajaba el obispo), fechada el 20 de octubre de 2003 en la que se me indicaba que si no rescindía la solicitud en el plazo de treinta días definitivamente se borraría mi nombre de los registros. Así lo creí yo y lo dejé estar. Pero ahí no acaba todo; para que vean cómo trabajan cuando quieres borrar tu nombre de los registros les cuento lo que pasó después: En el 2005, en el primer tercio, llamé a la Oficina de Registros de Madrid para preguntar si definitivamente se borró o no mi nombre, imagínense mi sorpresa cuando se me dice que todavía soy miembro y que mi nombre figura aún en los registros. Lógicamente enfadado me dirijo al nuevo Obispo de mi barrio (el Obispo Reyes) para explicarle lo que me ha pasado y me dice que le escriba una carta solicitando la baja, a lo que le respondí que ya la escribí al Obispo Gehrke y no pienso repetir la historia, que buscara una solución. Él me dijo que no entendía por qué quería borrar mi nombre de los registros, a lo cual respondí que no tenía que entenderlo él y que si no lo hacía los denunciaba por no borrar mi nombre de los Registros (a lo que les obliga la Ley de Protección de Datos en España) y que aparecían en las cartas al director de los distintos periódicos nacionales. Finalmente recibí la carta definitiva de mi baja el 1 de octubre de 2007. Ya definitivamente por fin. Quiero aclarar que mi vuelta a la Iglesia Católica no fue buscada en el sentido de que no iba buscando "esa" Iglesia en concreto sino que se me fue revelando en sus enseñanzas según iba estudiando la verdadera Palabra de Dios, la Biblia. |
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