Siempre usan la misma ropa para tener suerte,
están los que llevan amuletos,
los que confían en las cábalas,
los que hacen promesas,
los que imploran mirando al cielo,
los que se escudan en excusas,
los que creen en supersticiones.
Y están también los que...
siguen corriendo cuando les tiemblan las piernas,
los que siguen jugando cuando se acaba el aire,
los que siguen luchando cuando todo parece perdido.
como si cada vez fuera la última vez,
convencidos de que la misma vida es un desafío.
Sufren, pero no se quejan,
porque saben que
el dolor pasa, el sudor se seca,
el cansancio termina.
Pero hay algo que nunca desaparecerá:
la satisfacción de haberlo logrado.
En sus cuerpo hay la misma cantidad de músculos,
en sus venas la misma sangre.
Lo que los hace diferentes es su espíritu.
La determinación de alcanzar la cima.
La confianza total en Dios.
Una cima a la que no se llega superando a los demás,
sino superándose a uno mismo.
(fuente: www.motivaciones.org)
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"San Miguel Arcángel,
defiéndenos en la batalla.
Sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechanzas
del demonio.
Reprímale Dios, pedimos suplicantes,
y tú Príncipe de la Milicia Celestial,
arroja al infierno con el divino poder
a Satanás y a los otros espíritus malignos
que andan dispersos por el mundo
para la perdición de las almas.
Amén."
"La vocación del cristiano es la santidad, en todo momento de la vida. En la primavera de la juventud, en la plenitud del verano de la edad madura, y después también en el otoño y en el invierno de la vejez, y por último, en la hora de la muerte." (Juan Pablo II

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