–¿O sea que sigue usted ahí?–Vaya por Dios. Ya veo que usted sigue también ahí. Me lo temía.
Muy difícil es traducir, y más si se trata de la Biblia, y más aún si es para su uso en la Liturgia. La traducción es en este caso una tarea muy compleja y delicada, y produce necesariamente grandes consecuencias espirituales en el pueblo de Dios. Lex orandi, lex credendi. Ya sabemos que son muchas las teorías sobre el arte de traducir, cada una con sus valores y limitaciones. Pero, simplificando al máximo el asunto, y refiriéndome ya en adelante a la Biblia, puedo decir que todas las teorías oscilan entre dos criterios fundamentales contrapuestos.
La traducción literal y la que da el sentidode la Palabra revelada. La primera es la que ha predominado tradicionalmente en la Iglesia. Tanto en la versión griega de Los LXX (ss.III-II a. C.), como en la versión latina de San Jerónimo, la Vulgata (382), por temor a distorsionar las revelaciones de la Sagrada Escritura, no se eluden las expresiones semíticas del mundo de Israel. No cambian ni el «odiar a los padres», ni el «perder la propia vida», ni los paralelismos antitéticos más chocantes. Traducen lo que dicen Yahvé, Jesús o Pablo. Y luego, partiendo de lo que dicen, habrá que interpretar qué es lo que quieren decir.
Es cierto que hay pasajes de la Escritura que no admiten una tradución literal, porque las lenguas son diferentes tanto en su vocabulario como en sus estructuras mentales, y puede haber expresiones que literalmente consideradas resultan intraducibles. Se hace necesario entonces procurar una fórmula expresiva que traduzca el sentido más probable de tales frases. Pero si, por principio, en vez de traducir un texto respetando su formulación original, se prefiere expresar su sentido, su mensaje, en formulaciones más afines a la cultura actual o a la sensibilidad del hombre moderno, se oculta la infinita altura y profundidad de la Palabra de Dios, como si el traductor estuviera seguro de entender el sentido pleno del texto original.
La pretensión de captar el mensaje contenido en el texto sagrado, abstrayéndolo de su forma lingüística concreta, para darle una forma expresiva diferente, hace prácticamente necesario que la novedad expresiva del traductor implique una interpretación que él hace de la Revelación divina escrita. Quizá su versión sea acertada, pero con ella el traductor, en todo caso, dando una traducción-interpretativa, cierra el texto a otras interpretaciones que son también posibles, poniendo así en peligro la plena epifanía de la verdad divina.
La traducción de la Biblia debe respetar la tradición, en principio, dejándola a un lado únicamente cuando haya serias razones para ello, que veces las hay. Pero, como dice el Vaticano II, «Tradición, Escritura y Magisterio de la Iglesia está unidos de tal modo que ninguno puede subsistir sin los otros» (Dei Verbum 10). Digo lo mismo con un ejemplo.
La palabra de Jesús al joven rico, «si quieres ser perfecto» (Mt 19,21), «si vis perfectus esse» (Vulgata; en el Evangelio teleios), durante dieciséis siglos, en todas las lenguas latinas, se ha venido contemplando, meditando, analizando, citando y leyendo en la Liturgia y fuera de ella en esa precisa formulación. El si vis perfectus esse tiene en las grandes colecciones de Patrología griega y latina (Migne) o de Concilios (Mansi), cientos y miles de referencias: cánones conciliares, trataditos de Padres, cartas, meditaciones y homilías de santos autores. En un buscador de internet, en Google por ejemplo, el «si vis perfectus esse» da lugar a 58.600 entradas. Y en innumerables textos teológicos antiguos, medievales y modernos (De perfectione vitæ christianæ) se emplea esa frase con una frecuencia análoga. Pues bien, ¿creen ustedes admisible que esa frase de Jesús se cambie por «si quieres llegar hasta el final» como aparece actualmente en el Misal Romano, en la Liturgia de las Horas y en los demás libros litúrgicos?… En España y en buena parte de Hispanoamérica venimos cargando pacientemente con esa frase desde hace unos 50 años. ¿No es ése un crimen y, lo que para algunos es más grave, no es una estupidez?
La traducción de la Biblia debe expresarse en un lenguaje especialmente digno y bello, porque es Palabra de Dios y porque va a ser empleado en la Sagrada Liturgia de la Santa Iglesia –y en otros santos usos, por supuesto–. Todo vulgarismo queda, pues, fuera totalmente de lugar. Con un ejemplo. Después de su bautismo, inicia Jesús su ministerio profético en Galilea: «incipiens enim a Galilæa» (Hch 10,37, Vulg.). ¿Saben ustedes cómo es traducida esa frase en los leccionarios hispanos?… «La cosa empezó en Galilea». Medio siglo llevamos padeciendo la frase. Consuela pensar que descuenta del Purgatorio, si se lleva con paciencia. «La cosa empezó en Galilea»… Increíble. ¿Pero quiénes produjeron tales desmanes y tropelías?…
Después del Concilio Vaticano II, una traducción nueva de la Biblia fue promovida por la Conferencia Episcopal Española para integrarla en las reformas de la Liturgia. Y ésa es, más o menos, la versión que seguimos empleando medio siglo después. Primero se tradujeron y aprobaron los Leccionarios en español (1964 y 1967) siguiendo el Misal de San Pío V, en la revisión del Beato Juan XXIII. Pero pronto, cumpliendo la indicación del Concilio, se publicó elLeccionario nuevo más desarrollado, que incluía ya el ciclo trienal dominical (1969-1971). Estas ediciones mantuvieron básicamente la traducción que desde 1963 habían preparado Luis Alonso Schökel, Ángel González Núñez, José María González Ruiz y José María Valverde, con la ayuda posterior de Juan Mateos. El Salterio del Breviario Romano, en traducción muy digna de Luis Alonso Schökel (1966), con algunos retoques, sirvió para la edición del Breviario Romano en tres volúmenes (1972), y posteriormente en cuatro (1979-1981). Con esos textos llevamos, pues, medio siglo; y lo que haya que añadirle.
La Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española (BAC, Madrid 2011, 2133 pgs.) se produjo en orden a las nuevas ediciones proyectadas de los Libros litúrgicos, y también, por supuesto, para servir a la vida cristiana personal y comunitaria. Dos Comisiones Episcopales de la CEE impulsaron esta iniciativa (1996), teniendo al frente de un Comité Técnico a Domingo Muñoz como presidente, y a Juan Miguel Díaz Rodelas como secretario, que coordinaron el trabajo de veinticuatro especialistas. Ellos ofrecieron una versión completa (2007), que fue revisada y enmendada por la CEE (2008). Presentada enseguida a la Congregación del Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, tras un detallado estudio, la Congregación mejoró el texto con no pocas observaciones, y concedió la recognitio el 29 de junio de 2010, solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo.
Esta Versión Oficial de la Biblia es realmente nueva, y elimina prácticamente todas las imperfecciones más llamativas que están presentes en los textos bíblicos de la actual Liturgia hispana. Desde que se publicó esta gran Biblia, siempre que yo en el uso diario del Misal o de las Horas he venido a dar con alguna traducción que me parecía mala, la he consultado en la actual Versión Oficial. Y siempre he comprobado que la frase dañada ha sido sanada en su verdad tradicional. Cito seguidamente algunos ejemplos de textos hoy vigentes que felizmente serán cambiados por otros mejores en la nueva edición de los libros litúrgicos.
Vulgarismos de lenguaje coloquial
–«Os rogamos, hermanos, que apreciéis a esos de vosotros que trabajan duro, haciéndose cargo de vosotros» (1Tes 5,12). Se trabaja bien o mal, mucho o poco; pero no duro o blando.–«El día del Señor está encima» (2Tes 2,2). Encima es adverbio de lugar, no de tiempo.–Cristo resucita a una niña y «…se quedaron viendo visiones» (Mc 5,42). Falso: los circunstantes no tuvieron ninguna visión.–San Pablo recomienda que «estén compactos en el amor mutuo» (Col 2,2). El DRAE entiende siempre el término en relación a la unión de entes materiales.–«Bueno, estos esbozos de las realidades celestes» (Heb 9,23)… Muy campechano ese Bueno, que contrasta malamente con la majestad literaria de la carta a los Hebreos.–«Vi un brillo como de electro» (Ez 1,27). Al parecer, ya se conocían el electrón y la electricidad veintitantos siglos antes de su descubrimiento.
Cambios inconvenientes
–«Porque ha mirado la humillación de su esclava» (Lc 1,48)… El traductor, intentando superar a centenares de traductores anteriores, que desde San Jerónimo habían traducido humildad, en un alarde de ingeniosidad, se permite cambiar el término tradicional en una traducción de la Biblia destinada nada menos que al uso litúrgico… Habría que decirle con Eugenio d’Ors: «los experimentos con gaseosa».–Enumera Isaías los siete dones del Mesías, y entre ellos el «espíritu de consejo y devalentía» (Is 11,2). Vaya por Dios. Ustedes habrán oído toda su vida «consejo y fortaleza», y estarán acostumbrados a oir y decir virtud de la fortaleza, una de las cuatro virtudes cardinales, el don de fortaleza del Espíritu Santo. Pues no. El traductor prefirió hablar de «valentía» y, zas, lo puso. Y nosotros, medio siglo dándole el gusto a disgusto nuestro.–«La asamblea del Dios vivo, columna y base de la verdad» (1Tim 3,15). En esa frase paulina el término griego es Ekklesia, que puede traducirse democráticamente por asamblea-convocada, es cierto. Pero casi todos los traductores han dicho «la Iglesia de Dios». Y es que ya San Pablo en sus cartas o San Lucas en los Hechos, usan con bastante frecuencia el término Ecclesia en el sentido teológico propio, el de Mateo 16,18; 18,17.–«Esto quiere Dios de vosotros: una vida sagrada… No nos ha llamado a una vida impura, sinosagrada» (1Tes 4,3.7). El término griego permite esa traducción, pero no es el tradicional cristiano en las versiones bíblicas cuando hablan de «una vida santa». Sagrado y santo son diferentes: un sacerdote pecador es un ministro sagrado, pero no es un ministro santo. Sagrado se contrapone a profano, y santo a pecador.–«Que vuestra comunidad de amor siga creciendo más y más en penetración y en sensibilidad para apreciar los valores» (Flp 1,9). ¿Los valores?…–«El que mira a una mujer casada deseándola» (Mt 5,28). Esta traducción del leccionario litúrgico no traduce propiamente a San Mateo. Se atiene más bien a la formulación del precepto en el Antiguo Testamento: pecaba aquel que codiciaba «la mujer de su prójimo», su casa, su asno, etc. o cualquier otra propiedad (Dt 5,21). El precepto, pues, no miraba tanto a la lujuria como a la codicia. Jesucristo, en el Evangelio, da un paso adelante cuando enseña que basta el mal deseo interior para pecar contra la castidad: «el que mira a una mujer deseándola». Así lo expresan el texto griego de Mateo, la Vulgata y todos los traductores posteriores católicos y protestantes, según creo. Pero aquí llegan los traductores litúrgicos postconciliares, y con ellos Schökel-Mateos en la Nueva Biblia Española(Cristiandad, Madrid 1975), y con una creatividad digna de mejor causa, dan un paso atrás, y retrotraen el Evangelio al Deutoronomio, añadiendo el dato de que sea «una mujer casada». Progresamos hacia atrás.
Amor, no caridad
–«Que el amor sea vuestra raíz y vuestro cimiento», y así llegaréis a trascender toda filosofía en el «amor cristiano» (Ef 3,17.19; cf. Flp 1,9; 1Tim 1,14)… Ay, Señor. Llamar a la caridad «el amor cristiano» es tan torpe como traducir la fe por «el conocimiento cristiano». Como es sabido, el lenguaje del Nuevo Testamento, para designar la caridad, ese amor que nos hace participar en modo sobre-humano del amor divino de la Trinidad, elige entre los términos griegos posibles no fileo, ni tampoco eros, sino agape. Pero ciertos traductores modernos rehuyen en cuanto pueden el término «caridad», y prefieren hablar de amor, palabra que puede significar diez realidades diversas.Sustituir caridad por amor puede a veces ser conveniente, pero cuando se generaliza el cambio viene a ser una alergia ideológica, bastante extendida por cierto. En ocasiones llegó a afectar hasta la institución Caritas de la Iglesia. Hace ya muchos años en un cartel suyo publicitario, en España, decía algo así: «El amor es del cristiano y la caridad de la señora marquesa». ¡Caritasdesprestigiando la palabra caridad!… Notable. Y por supuesto estas traducciones suministran el fundamento de ese mal uso no sólo a Caritas, sino a la catequesis, a la predicación parroquial, etc. Invito al lector a repetir conmigo: «La fe operante por la caridad – fides quæ per caritatem operatur» (Gal 5,6). Repítalo varias veces, y si es preciso una o dos semanas, y verá que no le pasa nada. Y recupere así, libre de toda alergia, el lenguaje cristiano, como Dios manda.
Deficiencias literarias
–El Faraón «se puso terco»… Podría también «obstinarse», «mantener su decisión», etc. Pero no: «se puso terco». No sé cuántas veces se repite la expresión en el libro del Éxodo. Habría que contarlas.–Pablo y Bernabé llegan a Jerusalén, y visitan «a los más representativos… En cambio, de parte de los que representaban algo… los más representativos no tuvieron nada que añadirme» (Gal 2,2-6). El traductor, pleno de fervor democrático, en cinco versículos alude a los apóstoles como «los más representativos de la comunidad»… Podría nombrarlos con más precisión, como lo hacen otros traductores, como los más notables y respetados. Que no es lo mismo. Y que es la verdad.–«En torno mío» (Lam 3,3). Querrá decir en torno a mí.–«Por medio nuestro» (2Cor 2,14). Querrá decir por medio de nosotros. Gramática y sintaxis.–«Levántate, coge al niño y a su madre y huye a Egipto… José se levantó, cogió al niño y a su madre… Levántate, coge al niño y a su madre y vuélvete a Israel… Se levantó, cogió al niño y a su madre y entró en Israel» (Mt 2,13-20). Cuatro veces se repite en siete versículos el verbo coger, tan malsonante en varios países de Hispanoamérica, cuando sin ningún problema se podría decir: «tomó el niño y a su madre»…
Examinando los textos bíblicos presentes en la Liturgia actual de España se podrían señalar como éstas otras numerosas deficiencias, muchas más de las citadas aquí sólo como ejemplos.
Sólo queda, pues, que la nueva versión de la Biblia llegue al pueblo incorporada a los libros litúrgicos. Puede adquirirse ya en las librerías, por supuesto, para el uso personal y de grupos. Pero tiene mucha importancia que esta traducción sana de la Sagrada Escritura lleguecuanto antes al uso común de la Liturgia: a los leccionarios del Misal, a la Liturgia de las Horas, a los Rituales de los sacramentos. Quiera Dios que estos libros litúrgicos se renuevenpronto, y nos libren ya de «la cosa empezó en Galilea», «la humillación» de la Virgen y tantas otras deficiencias, que pesan sobre nosotros desde hace medio siglo, y que no introducen dignamente la Sagrada Escritura en la Sagrada Liturgia de la Iglesia.
Y dicho sea de paso, si el Leccionario del Misal se publica en dos volúmenes –domingos y fiestas, ferias y santos–, como está editado en varios países de Hispanoamérica, será mucho mejor que en siete o más volúmenes distintos, como está ahora en España. Que consulten si no los editores esta cuestión a los señores párrocos, y especialmente a los que han de atender varias parroquias.
José María Iraburu, sacerdote
Post post 1.–Por fin la edición nueva del Misal Romano español cambiará el «por todos» en «por muchos»; pero aún no se sabe cuándo. El cambio fue mandado por la Congregación del Culto Divino y Disciplina de los sacramentos el 17 de octubre de 2006.Post post 2.–Al escribir este artículo no he tenido a mano ciertos libros que habría necesitado para verificar algún dato. Si se ha colado algún error, cosa posible, y aún probable, agradecería que me lo indicaran en los comentarios para subsanarlo.
Índice de Reforma o apostasía
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