1.8.11

¿ Y quién es Jesús y cómo podemos seguir en contacto con Él?


Antes de nada, pensad que esto es un simple esquema de una catequesis para niñas de hasta once años. No se trata de un tratado exhaustivo de teología. Yo no tengo capacidad para hacer tratados. A lo más que llego es a copiar el catecismo.

"Jesús es el Señor" Ésta es la frase por excelencia del Nuevo Testamento, no del evangelio, sino de los Hechos de los Apóstoles y las Cartas. La predicación del evangelio se resume en esta sencilla frase. Si crees en esto, te salvarás.

Jesús es el Hijo de Dios hecho hombre. Jesús es igual a Dios por su naturaleza divina e inferior al Padre por su naturaleza humana. Gracias a su Resurrección, la humanidad de Jesús ya no limita su poder divino, ni su omnisciencia, ni su capacidad para estar en todas partes. De hecho, adoramos su misma carne. Adoramos a Jesús entero, no sólo su divinidad, sino toda su Persona unida indisolublemente a su humanidad. Es su carne la que nos salva. El único acceso que tenemos al Padre, se nos ha dado en Cristo. Todo lo que conocemos del Padre, lo sabemos por lo que Cristo nos ha Revelado.

Jesús es la causa de nuestra salvación. Nadie se salva si no es por Él. Del mismo modo que en la época de su primera venida, cuando caminaba con su cuerpo mortal por Palestina, sólo se podía salvar uno que pudiera tocarle, verle, hablar con Él, escucharle decir: "Te lo aseguro, hoy estarás conmigo en el Paraíso", del mismo modo hoy la salvación es posible porque podemos tener contacto personal y directo con Él.

Esto es, cuando alguien quería ser curado tenía que acudir a Jesús. Si hoy quieres ser salvado tienes que acudir a Jesús, pero...

- ¿Cómo podemos "contactar" hoy día con Jesús si no puedo verle, ni tocarle?

-¿Estás seguro de que no puedes tocarle, ni llegar a Él?

Jesús quiso crear la Iglesia para que su Salvación llegara a todas las generaciones. ¿Cómo nos llega su Palabra? A través de la Revelación que nos ha sido transmitida no sólo en la Escritura (cuyo Nuevo Testamento es obra de la Iglesia), sino en la Tradición viva de la Iglesia, de cada cristiano, que como un eslabón de una larga cadena llega hasta nosotros desde los mismos Apóstoles.

Cuando te acercas al confesionario, es Jesús el que te está perdonando a través del cura. Cuando te acercas a la Eucaristía, es Jesús quien entra en ti, a través del sacramento. Cuando evangelizas o haces apostolado, es Jesús quien está invitando a tu amigo, a través de tu persona.

Jesús ha querido necesitarnos, necesita a la Iglesia para poder seguir salvando al mundo.

¿Cómo puedo llegar a tener un trato directo con Jesús? A través de la Iglesia(no me refiero al templo, sino a la familia de los hijos de Dios, de los bautizados), a través de los sacramentos, de la Sagrada Escritura y de la oración.

Dicho de otro modo, ¿dónde puedo encontrar a Jesús, dónde se esconde mi Señor? Lo primero de todo debo buscarle en la Eucaristía, el sacramento de su Presencia, donde se ha quedado para esperarme. Puedo rezar en una montaña, sí, pero allí no tengo la presencia real de Jesús. Allí está Dios, sí, está en todas partes, pero en la Eucaristía tengo la presencia real del Cuerpo glorioso de mi Señor, en la Eucaristía está Jesús. Esa pequeña forma que parece pan creemos que ES Jesús.

También nos dijo Él mismo que cuando dos o más nos reuniéramos en su Nombre, allí estaría Él, por eso, debemos buscar a Jesús en la comunidad de fe, sea la Congre, un movimiento, una parroquia o en la misma familia. Si estamos en su Nombre, allí está Jesús. Por eso, el diablo siempre pretende que nos quedemos solos. Una vez que estás solo, ya no tienes defensa ante el maligno. Ésa es su intención: que pienses que los demás no son lo suficientemente buenos o sinceros, que quizás te vaya mejor apartándote de ellos… Para que te quedes solo.

Otro modo privilegiado de encontrarse con Jesús es mediante la oración, pero una oración sencilla, sincera y que exponga tu vida, si es posible, con la Sagrada Escritura y, mejor que mejor, con el Evangelio. Aquí corremos el riesgo de la subjetividad, que me encierre en como a mí me gustaría que fuera Jesús, para ayudarnos a no mentirnos a nosotros mismos y engañarnos con nuestros propios prejuicios de cómo tiene que ser Jesús, tenemos la enseñanza de la Iglesia, que es la intérprete auténtica de la Escritura Santa.

En todo caso, necesitamos que nuestra vida se abra a la salvación, obras de salvación. Jesús también se nos manifiesta en el amor. Si soy capaz de amar, ahí también encuentro a Jesús, en el pobre, en aquel que recibe mi gesto de cariño. También si hay alguien que me ama como Dios me ama, también encuentro allí a Jesús.

Hace falta fe, pues sí. Al principio, a mí me costaba más creer en la Eucaristía que celebraba yo, que en cualquier otra Misa. Me era más fácil reconocer el sacramento en otros, que en mí. Me parecía que estuviera jugando a celebrar Misa, pero Jesús me usaba y me dí cuenta sobretodo a través de la confesión. Si la gracia de Dios actuaba a través de mí para perdonar los pecados y lo veía incluso sensiblemente, como la gente salía mejor después de haberse confesado conmigo, pues del mismo modo, Jesús tenía que actuar a través de mí a la hora de celebrar la Eucaristía.

Al final, cuando vas teniendo un trato con el Señor, hay ocasiones en que incluso notas su presencia, reconoces que está contigo y vas viendo cómo actúa en tu vida, realmente está Vivo y te quiere con toda la potencia de su Corazón.

¿Cuál es la primera condición para poder acercarte a Él? Estar dispuesto a cumplir su Voluntad. Si en algún momento te niegas, entonces lo has perdido todo. Ya nunca lo vas a ver, pero si te arrepientes y quieres cambiar de vida, aunque seas débil, Él se te va a mostrar grande como es. ¡Qué maravilla que Dios se haya enamorado de ti hasta querer vivir contigo, dentro de ti y tú dentro de Él.

¿Quién es Jesús? Mi Salvador, mi Señor, mi Amigo, mi Hermano, mi Dios que se ha hecho hombre para salvarme y para vivir conmigo todos los días hasta el fin del mundo.


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