Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: “No tengo en ellos contentamiento”. Eclesiastes 12:1.
La vida pasa más rápido de lo que nos imaginamos. Tiempo atrás me encontré con un cuadro que me hizo pensar seriamente en la brevedad de la vida. Haz de cuenta que una vida de 70 años se concentrase en un día, de las 7 de la mañana a las 11 de la noche, y mira cuán elocuente la fugacidad del tiempo. Si hoy tienes…
10 años, son las 10:00 años, son las 11:00 años, son las 12:00 años, son las 13:00 años, son las 15:00 años, son las 14:00 años, son las 17:00 años, son las 18:00 años, son las 19:00 años, son las 20:00 años, son las 21:00 años, son las 23:00;
¿Qué te parece? ¿Te quedaste serio ? Y ahora mira cómo todo es mucho más serio si recuerdas que el ser humano duerme en promedio 8 horas por día. Quiere decir que alguien que viva 75 años habrá pasado 25 años durmiendo.
Cuán oportuna es la invitación del sabio Salomón: “Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud”. Porque cuando uno es joven cree que la vida va a durar toda la eternidad: deja pasar las oportunidades, desperdicia el tiempo, vive apenas el presente, sin preocuparse mucho por el futuro. Pero el tiempo pasa, inexorable, implacable; se va, independientemente del uso que hagamos de él. Un día nos miramos en el espejo y percibimos arrugas y cabellos blancos. Miramos hacia atrás y casi asustados nos preguntamos: “¿Qué hice con mi vida?”
Felices quienes colocaron su confianza en Jesús e hicieron de él el centro de sus sueños y sus realizaciones.
Con la ayuda divina, haz de este día un día de productividad. Escribe tu historia. Deja tus huellas impresas en el tiempo. Hazlo así, aunque el fin del día ya esté cercano.
Feliz Año 2011
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